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Muchas veces he estudiado
el mármol que me han esculpido:
un barco anclado en el puerto y con las velas recogidas.
No expresa mi destino de verdad,
sino mi vida.
Pues el amor se me ofreció, y me acobardaron sus desengaños;
los pesares llamaron a mi puerta, pero tuve miedo;
la ambición me reclamó, y me asustaron los riesgos.
Continuamente anhelaba, sin embargo, darle un sentido a mi vida.
Y ahora sé que debemos desplegar las velas
y coger los vientos del destino
a dondequiera que lleven el barco.
Puede acabar en locura darle un sentido a la vida,
pero la vida sin sentido es la tortura
de la inquietud y del vago deseo...
Es un barco que suspira por el mar y le tiene siempre miedo.
Edgar Lee Masters