Me invitaron tus sábanas
al calor acostumbrado
y aunque tus ojos no lo pedían,
quise decirles : ”Te quiero”.
Te miré muy fijamente,
como entendiendo que tu
siempre hablas en silencio,
y no pude decir nada.
-Que mal sienta tragarse
según qué palabras.-
Entonces, ese miedo de tus ojos
se me abrazó muy fuerte a las piernas
y me dormí sabiendo que soñar,
también es hablar en silencio.
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